Los Taraumaras
Los Taraumaras o Rarámuris, es una comunidad indígena que habita en el suroeste del Estado de Chihuahua (parte de la Sierra Madre Occidental – 65 000 km², aproximadamente), conocida como la Sierra Tarahumara y parte de los estados de Durango y Sonora. El 90% de la población tarahumara, estimada en unos 60,000 habitantes, viven dentro del estado de Chihuahua.
El nombre “rarámuri”, como se
hacen llamar ellos mismos, significa “el de los pies ligeros” o “corredores a
pie” y proviene de “rara” (pie) y “muri” (correr).
La palabra tarahumara, es la castellanización de la palabra
rarámuri
Se estima que los rarámuris se
establecieron en la Sierra Taraumara, hace unos 15,000 años, según los
vestigios humanos más antiguos encontrados, las llamadas puntas clovis, que
eran las armas usadas por los cazadores de las faunas del Pleistoceno.
Algunos antropólogos
e historiadores creen que los antepasados de los indígenas tarahumaras eran
mongoles que atravesaron el estrecho de Bering y se asentaron en la Sierra de
Chihuahua, alrededor de hace 30 mil años
La economía de los primeros pobladores
tarahumaras se basaba en la caza, la agricultura y la recolección. Cultivaban
maíz, calabaza, chile y algodón. Cada grupo tenía su dialecto de la lengua
tarahumara y sus gobernantes, quienes se encargaban de proteger el territorio
contra las etnias vecinas y garantizar el orden interno de la tribu.
Actualmente viven de la caza, la
agricultura y las artesanías. Su estilo de vida es sencillo y las riquezas materiales no son de su interés.
Disfrutan de la naturaleza y se interesan por compartir con la familia y los amigos.
El inhóspito territorio en el que
viven los tarahumaras impone la necesidad de tener familias pequeñas. La
extensión de sus parcelas difícilmente puede dar para mantener a más de cuatro
o cinco personas. A los 14 años, los
jóvenes ya son considerados como adultos por el resto del grupo. Acostumbran
casarse a temprana edad, entre los 15 y 17 años.
Tienen la opción de casarse
durante un año y probar si es la persona con la que quieren estar casados el
resto de su vida. Si pasado un año de matrimonio deciden separarse, lo pueden
hacer, siempre y cuando no hayan procreado hijos.
Sus chozas están construidas con
troncos de árbol, trabadas horizontalmente, la parte superior se deja abierta
en un lado para que salga el humo del fuego que constantemente arde en la habitación
de piso de tierra aplanada. El techo se hace con tabletas o de troncos
acanalados. Mantienen sus costumbres precolombinas y no se acostumbran las
sillas, las mesas o las camas.
Hasta la fecha siguen usando los
utensilios tradicionales que han usado durante generaciones; metates, jícaras,
molcajetes, vasijas de barro y bateas. Algunos duermen sobre tarimas o sobre cueros
de animales tendidos en el suelo.
Muchos tarahumaras viven en
cuevas; las tapias de piedra los guarecen mejor de los vientos y de las lluvias
e impiden la entrada de animales. En estas barrancas predominaba las
construcciones de piedra y lodo por la escasez de madera. Por lo general, las
construcciones consisten de dos habitaciones, pero a veces la cocina es también
comedor, recámara y sala. La única puerta la abren en el centro del muro.
Generalmente, los tarahumaras
tienen carencia de servicios de salubridad y por su mala alimentación los
agobian las enfermedades, entre ellas: dispepsias, enteritis agudas,
congestiones alcohólicas, cirrosis de hígado, pulmonía, tosferina, tuberculosis
pulmonar y sarna.
Los tarahumaras o rarámuris se
caracterizan por el gran respeto que tienen hacia todo ser humano, ser viviente
y la naturaleza en general. El respeto y la alegría son pilares de su forma de
vida.
Los tarahumaras tienen una
cosmovisión derivada de un sincretismo entre el catolicismo y el chamanismo. A
raíz de la colonización española, tomaron algunos de los elementos del
catolicismo y los incorporaron a sus creencias originales.
Adoran a varias entidades o
energías naturales, como al sol, la luna, las serpientes y las piedras. Creen
en la existencia de una vida después de la muerte.
En sus celebraciones, llamadas
tesgüinadas, en honor a “tesgüino”, una
bebida ritual del maíz. Generalmente integran danzas y ofrendas que son
oficiadas por los cantores (maynates), los rezadores y los ancianos de la
tribu.
En estas celebraciones es donde surgen los noviazgos que
posteriormente se convertirán en matrimonios Las fiestas se ambientan con
música de violines, guitarras y sonajas, mientras que varios danzan al ritmo de
la música.
El peyote es abundante en el
desierto de Chihuahua y los tarahumaras lo utilizan de forma ritual y
medicinal. Dicen que los híkuris (peyotes) cantan para que los hombres los
encuentren a su paso. Su consumo es de uso ritual con el acompañamiento de un
chamán. Para los rarámuris tiene la capacidad de curar el alma, de ahí la
importancia que tiene en su cultura y es muy común verlo plasmado en sus
artesanías. También es usado como ungüento para curar mordeduras de serpiente.
En el caso de muerte de alguno de
sus miembros, ofrecen cuatro fiestas en el caso de las mujeres y tres en el
caso de los hombres. Según sus creencias, si no se realizan las fiestas, las
almas de los difuntos vagarán y no alcanzarán el cielo.
Sus comunidades están alejadas de
pueblos y ciudades por lo que cada grupo cuenta con su propia organización
política y social. Cuentan con un gobierno tribal encabezado por el Siríame, equivalente
a un gobernador, que es elegido de forma democrática y que es un viejo sabio y
respetado dentro de la comunidad.
Dentro de las tareas del Siríame
es dar un nawésari (discurso) cada
domingo, donde entre otras cosas, habla de la importancia de ser un tarahumara.
Existen otras figuras de autoridad; un segundo gobernador, un capitán, un
teniente y varios soldados, que ayudan a resolver conflictos o faltas que
puedan surgir en la comunidad.
Aún ahora en los albores del siglo XXI se mantienen fieles a
sus creencias y tradiciones, para ellos es más importante el cuidado del alma
que los bienes materiales.
Además de ser reconocidos corredores, también son artesanos
muy creativos. Entre sus artesanías más emblemáticas destacan sus coloridos
bordados, sus canastas tejidas con palma, sus esculturas con chaquira y
alfarería abstracta. Loa más reconocido de sus artesanías son los tapetes de
hilos de colores brillantes en los que representan toda su cosmovisión.
Conservan su vestimenta
tradicional colorida y original. El hombre usa la tagora, que es una especie de
taparrabo y una camisa abierta, y en la cabeza usa un pañuelo amarrado llamado
colleraca.
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